
¿Cómo un objeto aparentemente tan insignificante puede ser capaz de representar lo que no se puede expresar en palabras?
Las joyas son símbolos de emociones, amuletos protectores, talismanes de energía y anclajes de lo que hemos vivido y de lo que queremos recordar. No son tan sólo una pieza estética u ornamental.


De esto me di cuenta un día en el taller de mi tío abuelo, maestro joyero, observando cómo trabajaba con sus manos el material y le daba forma y también contenido.
Descubrí las joyas desde otro punto de vista. Aquella pieza que podemos llevar a diario con nosotros, en contacto con nuestra piel, nos puede conectar con el mundo que queremos vivir. Un mundo alejado del conformismo, de la mediocridad y de la falta de energía.
Creo en crear joyas para personas que quieren volver a sentirse ellas mismas, rebeldes, inconformistas y con la capacidad y la certeza de tener la fuerza que necesitan para hacer lo que quieren.
Hola, ¡soy Gisela!
Observadora, curiosa y rebelde con y sin causa. Me gusta observar la realidad, buscando maneras de ordenarla, de clasificar y de hacer visible lo que nos pasa inadvertido en nuestra vida. Y como ya habrás podido deducir una enamorada de las joyas cotidianas y que tienen un valor simbólico para quien las lleva. Porque entiendo la joyería como una conexión directa a nuestras emociones, una manera de llevar con nosotros los pequeños grandes momentos de nuestra vida, nuestros sueños.
La joyería me da la oportunidad de crear, de evadirme y pasármelo bien. Trabajar con las manos para hacer piezas que tendrán un significado para ti es un momento mágico.
Quiero que las piezas de Cluc tengan un vínculo con la persona quien las lleva, con lo que es importante para ella. Porque las joyas no tienen sentido sin el significado que le da cada una.
Si has llegado hasta aquí, tal vez es momento de conocer un poco más, ¿no?
Y creo que es una buena idea hacerlo a través de los elementos que me dan energía…
Descubrir
viajar
En cuanto puedo cojo la mochila y cuatro cosas y me voy de viaje, aunque sea sola. Puede sonar a tópico pero conocer lugares y personas nuevas me ayuda a replantearme todo lo que conozco, a cuestionarme y a comprenderme a mí y al mundo en el que vivo.
Perderme por
ciudades
Saber que pasearé por ciudades desconocidas yendo a la deriva por los callejones, descubriendo lugares sin mapas ni planos hace que se me disparen todos los sentidos. Ahora bien, he de confesar que nunca viviría en una metrópolis.
Disfrutar de paisajes
naturales
Y la razón de no poder vivir en una gran ciudad es que disfruto como una niña pequeña en entornos naturales, en la montaña y en el mar, escuchando el rumor de los valles y las olas. Los sonidos de la naturaleza me relajan y me transportan a un estado de catarsis increíble.

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